Nada nos acerca tanto a un acontecimiento de
importante índole que nuestra presencia en el justo momento de su ocurrencia. Cuando
no, solemos ser espectadores indirectos, escuchando a quien o quienes tuvieron
la gracia de estar allí. Siendo esto último, en tal caso, una opción para
acudir a los medios audiovisuales o medios de comunicación. De alguna forma, en
al arte de escuchar y ver lo que ocurre a través de dispositivos o medios
artificiales, otorgamos cierta credibilidad en la que basamos nuestra
confianza, y en ocasiones, nuestro eventual actuación en el día a día.
Los medios de comunicación han sido nuestra principal herramienta a través del tiempo para enterarnos de aquello a lo que no podemos tener acceso de inmediato. No es azaroso esta reacción. Culturalmente, hemos sido motivados a perseguir las mejores y mayores formas de comunicación. El arte mismo ha sido una forma con la que podemos expresar eventos, y en esta dirección, ha ido tomando formas cada vez más reveladoras. Entonces, nos movilizamos hacia los medios con una profunda necesidad de completar todos los vacíos que solemos presentar ante la imposibilidad de la ubicuidad.
Periódico, televisión, imprenta, radio, hasta la internet hoy día, todos y cada uno de ellos han permitido construir con su desarrollo la historia de nuestra ciudad. Porque en el crecimiento de Cumaná han tenido mucho que ver la aparición de los diversos medios de comunicación. Desde la voz del locutor repartiendo su voz en cada apartado lugar, hasta la imagen noticiosa de un diario en la que se pueden describir los detalles de una hazaña o el reconocimiento del desarrollo en la ciudad. Y al conocimiento del quehacer ciudadano se le suma la posibilidad de ir al encuentro con la información como parte del crecimiento ciudadano e histórico.
Esta afiliación por oportuna no debe ser tomada con ligereza. Hay un sentido de correspondencia con la realidad que debe ser respetada cuando es redimensionada a través de los medios. La idea es ajustar la información en proporción con el respeto y ética. Lo contrario tampoco debe permitirse: cercenar o mutilar lo acontecido. Los medios de comunicación no reparan la realidad, porque no se trata de ello. Se trata de ir tomando la medida del mundo, con juicio moral, objetividad cultural, respeto y una positiva emoción. En este particular, sobradas razones para fomentar una ciudadanía digna cuyos mejores agentes son los medios de comunicación.
Autor: Alinson Pino Bellorin
Coordinador Editorial de Educarte es Arte
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