Al fijarnos bien, nos damos cuenta de que
nuestras vidas se cumplen por etapas, temporadas, modas y gustos. Empezamos a
vivir condicionados a la utilización de todo tipo de objetos (necesarios e
innecesarios), que perduran por el resto de nuestro tiempo. Esta relación
provoca el uso y consumo constante, lo que deriva en un almacenamiento ansioso
de cosas, que por una u otra razón no terminan de usarse o nunca se hace, para,
finalmente, quedar rodeados de todo lo que se ha adquirido sin saber qué hacer
con ello.
Ciertamente, hay épocas en las que las compras se hacen inevitables, la más directa necesidad nos lleva a ello. Pero, ¿cómo saber qué es indispensable adquirir y qué no lo es? Primero, hay que recordar cuál es el poder de adquisitivo que se posee, y en función de esto, establecer un control de ingresos y egresos. Por supuesto, el establecimiento de prioridades es otro factor importante, se debe evitar encandilarse por novedades que solo proporcionen un valor estético, además de considerar las necesidades de cada miembro de la familia. Y, tal vez, lo más importante: endeudarse solamente cuando se es necesario y/o rentable a un corto o largo plazo.
Es importante reforzar este valor del buen uso de las cosas en la familia. Aunque estigmatizada por factores despectivos, la reutilización es una buena alternativa para lograr un mejor provecho de los objetos. Una prenda u artefacto, en variadas ocasiones, tiene mucho más tiempo de utilidad del que normalmente le damos, aunado esto, evidentemente, al cuidado que le demos a aquellas. Incluso, ciertos aparatos no pierden totalmente su disponibilidad cuando ha acabado su tiempo de vida, al poder acondicionarlos para ejecutar otros tipos de funciones. Bajo esta medida, se puede reforzar mucho la calidad del consumo diario.
Existen condiciones que permiten estas y otras aplicaciones para el mejor aprovechamiento de nuestros bienes. Otras, naturalmente, nos ven forzados a actuar contrariamente. En este caso, es indispensable la organización. Manejar nuestro dinero en función de necesidades, gustos, futuro e imprevistos. Darle cabida a cada valor de las cosas en nuestro día a día. Y estamos profundamente convencidos de que todo lo anteriormente dicho debe ser un aprendizaje dado a cada integrante familiar. Para apreciar el uso y el consumo adecuado como un estilo de vida, como parte del crecimiento social y del desarrollo personal.
Autor: Alinson Pino Bellorin
Coordinador Editorial de Educarte es Arte
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