Humanizar la economía. ¿Contradictorio?
¿Ambiguo? ¿Infructífero? La receta del éxito puede resultar muy simple, si lo
abordamos con interiorización y no como exigencia. La humanización de la
economía propone abrir nuevos caminos e ir más allá de lo aprendido.
Recuperando el poder personal y potenciando el talento y las capacidades de
cada individuo se alcanza un modelo económico cuyo funcionamiento es
sustentable, equilibrado, conservacionista, y, principalmente, está al servicio
del hombre, y no al revés. Esta experiencia surge cuando observamos que el
verdadero valor de las organizaciones son las personas. Si puedes
visualizarlo, hazlo, alcánzalo y compártelo...
Esta iniciativa deja pistas para acentuar lo personal en la resolución de problemas ciudadanos y en el crecimiento general. Con visión hacia el futuro, por supuesto. Todavía más importante que lo que sucede, es lo que hagamos con lo que sucede. La oportunidad siempre está presente luego de ocurrido cada evento. De esa forma, el empoderamiento es latente circunstancia sobre la marcha del trabajo.
Claramente, humanizar la economía depende de altos valores humanos. Responsabilidad, claridad en las aspiraciones y objetivos, intuición, creatividad, confianza, cooperación y pensamiento abierto. Si se desea alcanzar el pleno de las posibilidades hay que recordar que el tiempo y el nivel de sufrimiento son los únicos que estarán en riesgo durante la transición que vamos a necesitar. Recuerda que este accionar no persigue los antiguos ideales, sino una disposición humana. Tampoco dejar a un lado que lo relevante es no generar expectativas en cuanto a los momentos de felicidad, ya que esta es simplificada. Cada cual lo vive según sus percepciones y propósitos.
¿Beneficios? Recuperar la voluntad cooperativa a través del poder personal. Aunque respeta las aspiraciones individuales, la humanización de la economía dispone de la comunión de intereses. También, crear representaciones para que de este modo sean referentes de una sociedad más humana. Con el apoyo de los consumidores conscientes promover circuitos económicos empoderados con valores y un intercambio social que dé cabida a las diversas manifestaciones con opciones de desarrollo. Y lo que quizás es el fin último, convertir el quehacer humano en un impulso imparable hacia el bienestar colectivo.
Detrás de esta propuesta de la
humanización de la economía no hay ningún interés en disputar con viejos
esquemas. Se propone, en cambio, alternativa, con perspectiva en las personas,
no como fin ni medios, sino como combustible. Por ello, dar ese paso hacia este
tipo de actividades es redondear al Yo en la cima de su
existencia.
Autor: Alinson Pino
Bellorin