Hemos oído hasta el cansancio frases como:
la sociedad va en franco deterioro o hay una clara descomposición social. Episodios
frecuentes nos enfrentan a una realidad circundante y que apabulla. Es decir, confrontarnos
desde lo que se vive a diario. Lo que el resto del mundo padece de todas las
formas posibles. ¿La solución? Han sido planteadasmuchas. La mayoría propuestas
en las que nadie quiere verse involucrado por indiferencia o imposibilidad de
comprender bien el asunto; otras, necesariamente desechables por
injustificables. También es un problema los señaladores de motivos. Culpan lo
que les parezca culpable. Expresiones, formas del pensamiento, culturas,
ideologías; acusan tales elementos con desconocimiento del tema. Que sin esto o
aquello habría respeto. El presente tendría futuro.
Tengamos en cuenta que el compromiso de las personas con el respeto es y debe ser innata. La inercia es un peligroso movimiento, que posee un gran factor de persuasión y propagación indefinidas, al que no se le debe otorgar espacio. Hay que atender y comenzar la crianza con objetivos claros, precisos, delimitados, sin ambigüedades. La familia es el entorno donde cada individuo emprende una actitud de vida concisa. Ante todo, la principal identidad con la que se debe afrontar la crianza respetuosa es la vocación. Ya que no se trata de desplegar modelos ni esquemas que nada tienen de sensible y humano, sino todo lo contrario. Reprimir el chantaje, la manipulación, el manejo de la conducta con base en recompensas materiales. Sí, en cambio, suerte de negociaciones pedagógicas ynaturales.
La crianza respetuosa activa en el individuo prudencia, responsabilidad, tolerancia y una definida conciencia acerca de su papel en el mundo. A lo largo de la vida reconoce los puntos débiles de la realidad y enfoca una solución justa y equilibrada, que sopese, por supuesto, el no perturbar de las emociones. Opuesto al individualismo egoísta —de diversas formas, reconocemos también otros individualismos necesarios—, con frecuencia evita aislamientos, germen de conversiones negativas e intratables. Se establece entonces una relación del ser con la presencia del otro y de un entorno cambiante, pero a los que podrá aceptar noble y generosamente.
Nada justifica la ausencia del respeto. Ni en aquellas adversas situaciones en las que creemos necesario tirar nuestra identidad por el suelo. No. Al criar respetuosamente escogemos grandes atributos con las que podemos tender puentes de extensiva complementación. Padres, hijos, amigos, hermanos y compañeros deben acercarse a un movimiento en común donde de obstáculos y malformaciones están despejadas todas las relaciones humanas. Una tarea tanto de la razón como de la emoción. La crianza respetuosa ha de erigirse ahora y siempre. Apoyando a los que ya han iniciado este empoderado camino, a los que con reserva se acercan y a los que, quizá, una bienvenida a esta forma de vida sea la clave de un crecimiento revelador.
Autor:
Alinson Pino
Coordinador Editorial de Educarte es Arte
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