Bienvenido agosto, el mes de la solidaridad. La proclamación del 31 de
agosto como Día Internacional de la Solidaridad fue hecha por la Organización de las
Naciones Unidas, cuyo objetivo era para promover y fortalecer los ideales
solidarios como valores fundamentales para las relaciones entre las personas.
Los orígenes de este valor se hallan en el primer gesto humano de ayudar
al otro. El sacerdote chileno Alberto Hurtado decía que había que dar hasta que
duela. Esto refleja el compromiso que adquieren las personas cuando deciden ser
solidarios. Por supuesto, ¿quién podría decir que este valor es fácil de
practicar? Porque la solidaridad no solo es un requisito de carácter moral, sino
también un aspecto cultural. Cualquier acto que provenga del actuar solidario deriva
en estrechas relaciones con el lugar y los individuos que nos rodean, así como
su trascendencia a las futuras generaciones.
La solidaridad está vinculada con la cooperación, el compartir, la
colaboración y la generosidad, y, por lo general, se enfrenta al egoísmo y a la
envidia. La manera en como nos solidarizarnos con las personas determina el
rumbo de nuestras vidas. Y, eventualmente, como ayudemos al prójimo, de la
misma forma se nos será devuelto.
Hay que recordar que la solidaridad implica entrega y libertad del
espíritu, y que solo podremos lograrlo si tenemos presente los siguientes
aspectos:
La solidaridad es un bien que nace de la compresión y la paciencia.
No esperes oír el clamor de alguien pidiendo ayuda; ser solidarios nos
convierte en personas observadoras y oyentes de lo que acontece alrededor.
Aunque no se trata de ayudar esperando algo a
cambio, las personas solidarias ejercen una positiva influencia en el socorrido,
quien contribuye en la multiplicación de la buena voluntad.
Nadie puede considerarse exento de solidarizarse con los demás por
cuestiones religiosas, sociales, raciales, entre otras. Todo el mundo puede
practicar la solidaridad para con el prójimo.
He presenciado acciones solidarias capaces de salvar vidas durante terribles tragedias. Y algo que nos caracteriza es el sentimiento de acudir en ayuda del más desprovisto. Así que alejemos los prejuicios que tanto coartan la posibilidad de actuar desinteresadamente. La solidaridad es un valor que al ser sembrado y compartido nutre el corazón de las personas y es capaz de activar nuevos dones para el mundo.