¡Entró diciembre! Dice la señora desde la mecedora, en medio del grupo
familiar reunido frente a la casa, cuando siente pasar una repentina brisa
fría, típica de la época. Cada uno de nosotros tiene una manera particular de
reconocer la llegada de este mes y con esto dejarnos arropar, inmediatamente,
por el sentimiento colectivo que procuran los días siguientes. Los sentidos son
refrescados por peculiares sensaciones; colores, olores, texturas y sonidos que
anticipan encuentros e intercambios fraternales. Quizás alguna sorpresa se
agazapa en el correr de las horas, mientras vemos llegar, atentamente, las
fechas que nos invitan a confundirnos en una sola emoción. El sentimiento de
solidaridad se agiganta, las enemistades y rencores desaparecen, emerge el
perdón y la comprensión. En cada hogar, el brillo de las luces y el sonido de
las gaitas se combinan y convierten calles, veredas y avenidas en una alegre
nota que dura aproximadamente un mes.
Cada una de esas manifestaciones forma parte de nuestras tradiciones. Diciembre es un baúl abierto que deja al descubierto costumbres y rituales típicos que, al juntarse con el motivo de la gran celebración, se perfilan únicos y propios. Un festejo con personalidad local y regional. Y la importancia que tiene que cada una de estas tradiciones emerjan es que de forma espontánea todos nos unimos a ellas, las sentimos, las intercambiamos entre familiares y amigos, las traspasamos como una querida herencia cultural. Y como si alguna energía invisible actuara para estrechar las relaciones humanas, vivimos durante estos días motivados a accionar lo mejor de la convivencia tradicional.
No hay que perder de vista la cálida nostalgia que nos trae el mes junto con las tradiciones. Contemplar el resplandor que da a las noches un toque de antaño; ir al encuentro de nuestros seres queridos para materializar emociones; esparcir esa alegría acorazada el resto del tiempo, con esa forma tan natural y humana. Porque lo tradición es tan viva, personal, entrañable. Sigue el curso de lo que planeamos y hagamos.
El espíritu de diciembre contagia a cada uno. Descubre las formas de lo que realmente somos. Y esas tradiciones que nos cobijan antes del cambio de fecha, es por lo que hemos estado esperando todo el año y, por qué no, toda la vida. Eso que nos da renovadas esperanzas para comenzar un nuevo ciclo y mirar con confianza el resto de nuestro futuro. Con esta conjunción de actos, pensamientos y sensaciones queremos seguir confiando en la presencia de las costumbres. Y ya que somos parte de ello, queremos reforzar y seguir siendo parte de esta gran tradición. ¡Nuestros mejores deseos a todos!