Cuando niños lo conocimos desde el cariño de nuestros padres y abuelos.
Ya de adultos descubrimos su importancia en las relaciones interpersonales. Es
el respeto. Algunos creen que el respeto hay que ganárselo. ¡Ah!, pero cuidado
con esta afirmación. No se gana este valor imponiendo temor, dolor o
sometimiento, aplicando fuerza o por interés como se hace suponer erróneamente.
Se gana dándole su merecido valor a cada persona, animal, cosa y/o situación.
Atribuyendo al contacto con otro ser especiales y leales formas de
entendimiento. Por ende, relacionarnos con el mundo sin condicionantes de tipo raciales,
de género, de especie, cultural, social, entre otros, garantiza ganarse el respeto.
¿Te respetas a ti mismo? ¿Cómo lo haces? ¿Sabías que irrespetarte también implica que irrespetas a los demás? Así es, y se debe algo muy esencial: la empatía. Todas las personas —aunque muchas no se conozcan— están ligadas por una acción natural de la condición humana, el verse reflejado en el otro, en asimilar su identidad en sus pares. Esto se debe a la confianza en la especie, en encontrar en los rasgos individuales de las personas una garantía en el futuro como sociedades con un acentuado carácter moral y espiritual.
Cuando te causan contrariedad ciertas personas por su comportamiento esta está ocurriendo de la misma manera ese irrespeto del que hablábamos en el párrafo anterior, aunque esa persona no tenga ni tendrá nada que ver contigo. ¡Por supuesto! Ten presente que no ni él ni tú deben contrarrestarlo suprimiendo su absoluta personalidad; es más simple: entender que al actuar siempre hay consecuencias y ponerse en el lugar del otro. Este mirar entre todos los individuos refleja aciertos y desaciertos. Y como sociedad, es esta la mayor responsabilidad porque permite reconocer y reconstruir el Statu quo a medida que avanzamos.
El respeto por otro lado es entendimiento. Cuando asumimos al respeto cual comprensión del orden natural de las cosas y su necesario mantenimiento, se precisa en cada uno de los demás valores para priorizar el crecimiento humano. Entonces, miras tu realidad con objetividad, sin ceder en el egoísmo de resaltar por encima de nadie. ¿Qué tan genial te parecería vivir en un mundo donde el respeto te ayude a desarrollar tu existencia y mejorar las relaciones con los que te rodean? No olvides que todo en la vida está unido. Y el respeto es la capa de todas esas conexiones. No aísles tus sentimientos en vacíos innecesarios y sé respetuoso. Que este valor sea la mejor moneda de pago en nuestra convivencia.
Autor:
Álinson Pino
Coordinador Editorial de Educarte es Arte
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